A lo largo de la semana se está especulando mucho sobre la situación del Jumilla. El conjunto jumillano, con graves problemas económicos, no ha podido hacer frente al pago de los costes arbitrales durante cuatro encuentros esta temporada por lo que en función del reglamento el comité de competición excluiría al Jumilla de la competición.
Ayer, la Federación Murciana de fútbol ha asumido el pago de los costes arbitrales del último encuentro del Jumilla con el fin de evitar su reitrada de la competición y el posible perjuicio tanto a Caravaca como a Lorca Atlético puesto que dos directos rivales en la lucha por la permanencia, Alcalá y Almería B, sumarían automáticamente los puntos en juego contra el Jumilla. En la tarde de ayer, el comité de competición aceptó esta medida y el Jumilla no será excluido de la competición.
La Segunda B necesita una reestructuración, la RFEF no puede seguir mirando hacia otro lado respecto a esta categoría. El planteamiento actual de la categoría es inviable. Los ingresos son muy escasos y son ampliamente superados por los costes. Las taquillas, la publicidad y los derechos de televisión son practicamente nulos mientras que los desplazamientos, fichas y gastos arbitrales son una losa para la mayoría de equipos.
Una Segunda B, con dos grupos y menos equipos crearía, por un lado, menos diferencias de presupuesto y por otro partidos mas atractivos al espectador con lo que se incentivarían las taquillas, los patrocinadores e incluso los derechos de televisión. Así elevaríamos considerablemente el nivel y la competitividad de la categoría.
La Segunda B es el paso previo al fútbol profesional. Es una categoría desproporcionada donde solo el 5% de equipos tiene posibilidades de ascender (cuatro ascensos entre ochenta equipos). Equipos históricos, profesionales y amateurs conviven en la misma categoría. Viendo a nuestros vecinos, Inglaterra, Francia o Alemania solo tienen una división en el tercer nivel (equivalente a Segunda B) mientras que en Italia dos. Aquí en España tenemos una categoría con 80 equipos, muchos de ellos filiales. No es una categoría atractiva al espectador. Ver al Real Murcia, al Castellón, al Oviedo o al Alavés jugando en un muchas ocasiones en estadios sin gradas, con césped artificial y ante doscientos o trescientos espectadores no es un reclamo para las televisiones o los patrocinadores.
Actualmente el Cerro Reyes ha sido excluido de la competición, en nuestro grupo, Jaén, Alcalá, Estepona o Caravaca atraviesan gravisimos problemas economicos. El 24 % de los equipos de la categoría están en gravisimos problemas financieros y a final de temporada, la continuidad de muchos de ellos está en entredicho. Además, dudo mucho que este año haya valientes como el Almería que asumió (por normativa) los casi 700.000 euros de deuda del invento del Atlético Ciudad de Lifante para poder competir y ocupar la plaza dejada por este.
Futuro incierto para la categoría donde la RFEF debe tomar cartas en el asunto o este verano, se puede encontrar con que de los 80 equipos solo 40 o 50 estén en condiciones de competir.
No se deben repetir casos como el del Jumilla, lo que para una ciudad como la vinícola era una alegría hace menos de un año, se ha convertido en la casi condena a la desaparición de su equipo. Ascender a Segunda B debe ser un premio, no una sentencia de muerte.
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